01 Marzo, 2022

Compartir, la base para la Nueva Era de la Movilidad (I)

Parece lejana, la época en el que la simple gestión del transporte y del tráfico, acaparaba toda la prioridad y la atención de las instituciones. En aquellos tiempos, la ordenación territorial y los espacios públicos de los Municipios se sometían a los vehículos de motor. Los peatones y las bicicletas eran considerados como algo secundario.

El crecimiento continuado de la industria en el siglo pasado y el aumento de la renta, llenaron el territorio de infraestructuras y vehículos de motor. En la mayoría de los municipios los coches se desplegaron de forma espectacular. Haciendo suyo todo a su paso. Siendo unos pocos los que se dieron cuenta de las consecuencias de todo ello.

Parecía que esta forma de entender el transporte, asociado a la necesidad de avanzar de las familias, centrada en la producción y el consumo, se había convertido en un pilar y un activo básico de la economía. Olvidando inconscientemente todas las externalidades que generaba este modelo sobre la sociedad.

No es fácil adivinar exactamente cuándo y cómo ocurrió, pero seguro que alguna influencia tendría la Conferencia Mundial de Ciudades Accesibles celebrada en Toledo en 1994, en la que dejando la palabra Transporte a un lado, empezamos a escuchar los ecos de la palabra Movilidad. El uso de esta palabra implicaba una nueva dimensión en el pensamiento y la comprensión de las cosas. Parecía que venía con el objetivo de revertir la tendencia de las infraestructuras, vehículos y la planificación de los municipios basada hasta entonces única y exclusivamente sobre los modos motorizados.

Esta nueva tendencia, buscaba igualar los distintos modos de movilidad de las personas. Es decir, se pretendía recuperar el valor y la importancia real que se le debía a la movilidad no-motorizada hasta entonces marginada.

Esta visión, sin embargo, no fue sólo algo producto de sí misma. También había otros elementos que lo impulsaban. Sobre todo, suponía que el transporte o la movilidad dejara de mirarse el ombligo y tomara conciencia, preocupación y asumiera su repercusión sobre todo lo demás. La pérdida de recursos naturales generados en el territorio como consecuencia de las infraestructuras desarrolladas, la contaminación que los vehículos a motor producían, el aumento de las emisiones de gases que generaban el cambio climático, así como, los perjuicios generados en la calidad de vida de los municipios. Aspectos que consiguieron asociar la Movilidad junto con la Sostenibilidad, otorgándole un valor capital a su vínculo.

Esta evolución ha hecho que muchos municipios impulsen cambios profundos y beneficiosos a lo largo de los últimos años. En primer lugar, a la hora de realizar las nuevas infraestructuras, se han dado cuenta de que es imprescindible que estén realizadas desde el punto de vista de la Movilidad Sostenible. Por otro, han quedado de relieve las desventajas que genera la movilidad privada. La apuesta por la Movilidad Pública-Colectiva ha adquirido una atención extraordinaria, aunque sus ventajas no se extiendan por igual a todas las zonas del territorio. Además, los municipios han interiorizado la necesidad de poner a las personas en el centro y recuperar los suelos y espacios dedicados al vehículo, destinando su uso para el disfrute, convivencia y mejora de la calidad de vida de la ciudadanía.

A pesar del esfuerzo realizado, a lo largo de las últimas décadas, la dependencia de la sociedad con el automóvil ha ido en aumento de forma progresiva. Es decir, la vertebración de la sociedad (trabajo, estudios, etc.) y la ubicación geográfica de muchas localidades han hecho que la accesibilidad y disponibilidad del transporte público no haya sido la mejor en muchos casos y como resultado, la propiedad del coche se haya convertido en algo imprescindible para la mayoría de las familias.

Este ha sido un problema que se ha estudiado durante años, pero las alternativas planteadas, no han sido del todo suficientes ante las ventajas que ofrece el vehículo privado. A pesar de tener muchas razones para cambiar las conductas, la utilidad que ofrece el coche supera en la mayoría las otras opciones de movilidad.

Se podría decir que, a pesar de tener otras sensibilidades, conciencias y alternativas de movilidad, los hábitos y las inercias establecidas guían nuestras vidas de forma involuntaria. Es más, se puede concluir que las medidas de Movilidad Sostenible impulsadas desde diferentes ámbitos no han tenido efectos suficientes. Aunque decir esto puede ser algo osado.

No siendo esto suficiente, inmersos actualmente en la época del covid, en vez de mejorar las cosas, podrías decirse que colectivamente, cada uno de nosotros, nos hemos encogido en nosotros mismos, asumiendo una sociedad basada en la desconfianza y el miedo sobre la mayoría de los ámbitos de nuestras vidas.

Sin embargo, esta anómala situación, ha generado sobra la movilidad experiencias y lecciones que de otra manera no se habrían producido. Ya que inesperadamente, por primera vez en mucho tiempo, hemos podido dejar a la naturaleza en paz y a su ritmo, alcanzando con ello los menores niveles de emisiones que jamás habíamos tenido en décadas. Situación que no hubiese ocurrido de no ser por las restricciones extraordinarias, al margen de la aportación y eficacia del teletrabajo.

Estos acontecimientos extraordinarios han sido también un indicador de la necesidad de vivir de otra manera. Nos han dejado de relieve la necesidad de un mayor cuidado del entorno, un uso más adecuado de los recursos y una gestión más apropiada de las variables que provocan el cambio climático. Aspiraciones o propósitos que deberían ser alcanzados de otra manera distinta a los recortes. Dicho de otro modo, si queremos que nuestros hijos e hijas se preocupen por el futuro que tenemos que afrontar y respondan a los retos planteados.